De pequeña solía escuchar cuentos que hablaban de tesoros ocultos enterrados por los “moros”, de búsquedas esperanzadoras pero infructuosas de esos supuestos tesoros “la búsqueda del tesoro escondido”, del fausto árabe: finas sedas, brocados, piedras preciosas, joyas, monedas de plata y oro… pero siempre pensé que eran... eso... “cuentos”
(Tesoro Islámico de Balansiya. Amparo Sánchez Rosell).
Sin embargo no es la primera vez que se producen este tipo de hallazgos, en los últimos 20 años, los arqueólogos han recuperado en la capital valenciana una decena de tesoros de época romana, islámica y medieval. Uno de los tesoros más importantes de Valencia está formado por casi 2.000 monedas islámicas de oro muy bien conservadas. Todo ocurrió el 12 de marzo de 2001. Antonio Martínez y otros compañeros picaban en una zanja de la calle Santa Elena de mi querido Barrio del Carmen cuando encontró 1.940 dinares y fracciones de dinar árabe cuyo valor, millonario sin ninguna duda, está por determinar. Este tesoro de moneda islámica se envió al Museo de Prehistoria de la Diputación de Valencia.
Los técnicos también trabajan en el estudio de otro tesoro de monedas islámicas de plata del siglo XI hallado en 2011 junto a la plaza de la Merced. Si resultan ser de la época de la taifa de Balansiya valdrían miles de euros
El que ahora nos ocupa fue descubierto el año 2009 durante el proceso de investigación arqueológica de un solar ubicado en el número 3 de la citada Avenida de la Constitución previo a la construcción de un inmueble. Se encontró una vasija cerámica que contenía un total de 1543 monedas. En el conjunto se distinguen unas 19 monedas de oro (dinares) y el resto de plata (dirhams), casi todas ellas datadas en el primer tercio del siglo XI.
Este notable conjunto de monedas representa un hallazgo de un alto valor histórico ya que aporta información de primera mano sobre una etapa especialmente desconocida, como es la de los inicios de la taifa de Valencia. Las monedas de origen fatimí, con mucho las más abundantes del lote, apuntan a la existencia de importantes relaciones entre Egipto y Valencia en ese momento, un aspecto poco estudiado pero de gran relevancia histórica.
Las monedas de plata se encontraban totalmente amalgamadas mediante sedimentos terrosos y productos de corrosión del cobre. Además sufrían un proceso generalizado de oxidación, tendiendo hacía la mineralización del metal. Pero afortunadamente, la oxidación solo afectaba la superficie metálica sin llegar a penetrar en la estructura de las piezas.
Los especialistas evaluaron el estado inicial, estudiaron los materiales e iniciaron un minucioso y científico proceso de recuperación eliminando las concentraciones de masas terrosas mediante ultrasonidos de baja intensidad, realizando limpiezas químicas de las monedas mediante inmersión en agentes quelantes y tras la restauración bajo lupa del recipiente que las contenía. Por fin ahora, y desde hoy el tesoro escondido de Balansiya vuelve a brillar para todos aquellos que dessen contemplarlo y visiten el Museu d’Història de València. Lo dicho, toda una alegría para mí como valenciana musulmana.
Cherifa Ben Hassine, Consuelo Pérez y Amparo Sánchez Rosell en el Museu d’Història de València durante la presentación del Tesoro Islámico.