viernes, 4 de diciembre de 2015

LA PRIVACIDAD E INTIMIDAD DE LAS CASAS MUSULMANAS

 La ciudad musulmana está montada sobre la vida privada y el sentido religioso de la existencia, y de aquí nace su fisonomía .
Su clave nos la dan los versículos 4 y 5 del XLIX del Corán, llamado el Santuario: "El interior de tu casa -dice Mahoma- es un santuario: los que lo violen llamándote cuando estás en él, faltan al respeto que deben al intérprete del cielo. Deben esperar a que salgas de allí: la decencia lo exige." 

Este carácter profundamente religioso de la ciudad islámica transciende a todo, desde la propia casa impregna todo. Si la ciudad clásica, aristotélica, es la suma de un determinado número de ciudadanos, la ciudad islámica es la suma de un determinado número de creyentes (10). El musulmán lleva al extremo la defensa de lo privado, de lo íntimo, y su vida se escinde en vida privada y vida de relación. No puede, pues, hablarse de una plena vida doméstica, ya que ésta se halla constitutivamente dividida; tampoco cabe decir que domina la vida publica, como en la ciudad clásica, ya que existe la vida estrictamente privada. La vida privada condiciona la organización espacial de la casa musulmana más que cualquier regla de diseño preestablecido, lo que origina un espacio cerrado al exterior y en la cual la vista no se penetra jamás. Vagando por las tortuosas callejuelas islámicas, llenas de recodos y pasadizos, nunca sabemos si bordeamos los muros de un gran palacio o la casa de un miserable. La vida completamente reclusa, secreta, sin apariencia exterior alguna, da lugar a una difícil ciudad sin fachadas.Si este principio de intimidad fue reconocido como instaurador del espacio urbano en la ciudad islámica, comprendemos por qué la casa no abre sus ventanas a la calle, sino a un espacio interior: el patio; por qué las calles y los callejones de la ciudad son considerados como espacios residuales, secundarios y no como espacios primordiales, directores del trazado viario. Comprendemos por qué la ciudad islámica estaba formada de distintos barrios residenciales agrupados según el factor religioso o étnico donde los cristianos y los judíos solían vivir en unos barrios determinados y no con los musulmanes porque sus costumbres diferentes hacían difícil la convivencia con ellos. 

De hecho, parece ser que la usurpación gradual de las calles y el encierre de callejones ha sido común en las ciudades islámicas durante toda su existencia. Lo cierto es que no podemos comprender las distintas características físicas de las ciudades islámicas sin tener en cuenta tal práctica gradual y continua. Para ilustrar cómo esta práctica tomó forma a nivel físico en la ciudad islámica podemos citar el caso de las calles de Damasco, las cuales han sido transformadas en muchos casos en callejones sin salida. La calle y el plan de subdivisión de terrenos de la antigua Medina es otro ejemplo donde podemos señalar muchas instancias que resultaron de tal práctica. Entre los habitantes de las ciudades islámicas. El profeta había puesto el límite de la anchura de calles en 7 cubitos "cuando la gente se disputa sobre la anchura de la calle, (dijo) su límite es 7 cubitos".