Las amplias
comunidades moriscas de las huertas valencianas obligaron, como en este
caso, a la creación de mezquitas de construcción ya muy tardía (siglo
XV)
Esta población, ocupada mayoritariamente en la agricultura de regadío (cuyas huellas de acequias y vertedores inferiores, como ya se hacía en el patio de la acequia del Generalife,
aún son patentes en el paisaje), se organizaba en un hábitat disperso
en torno a los campos, siendo la mezquita una referencia de la
comunidad.
Tras su conversión y expulsión la mezquita quedará convertida en ermita, salvaguardándose su estructura.
De sus orígenes aún conservamos la portada de arco apuntado (a su izquierda en la foto aún existe en el interior una escalera de caracol de los primeros tramos del alminar).
En su interior, y curiosamente orientada hacia el sur, se mantiene un mirab de triple hueco, el central de herradura.
El edificio se sustenta con cuatro grandes pilares centrales de ladrillo que recuerdan a modelos de sinagogas rurales, como ya vimos en Tomar
En el exterior se aprecia el pozo que serviría para las abluciones.
En medio de un gran campo de naranjos (antigua huerta en estos tiempos de comienzos de la Edad Moderna), su subordinación (en realidad la del todo el pueblo morisco) aún
es patente en el paisaje, con el monasterio cisterciense (mandado
erigir por los propios reyes cristianos) dominando el valle