martes, 24 de noviembre de 2015

Cadenas de las Navas de Tolosa

 Sancho el Fuerte trajo a Navarra, como botín de la batalla, las tiendas de Miramamolín y algunos tramos de las cadenas del palenque que las protegían. Además de en Roncesvalles, también se repartieron fragmentos en la catedral de Tudela y el monasterio de Irache (actualmente en el Palacio de Navarra). Fueron incorporadas al escudo de Navarra, sustituyendo al dibujo de la bloca, hacia finales del siglo XIV.

Hoy 16 de julio se cumple el 800 aniversario de una de las batallas más importantes libradas en España. Este día de julio de 1212, a los pies de Sierra Morena, se decidía el futuro de la Península Ibérica para los próximos siglos. En esta localidad jienense, se citaron dos grandes ejércitos, con intereses y objetivos muy parecidos, dominar toda España.
El ejercito cristiano estaba liderado por el rey castellano Alfonso VIII, apoyados por las tropas del rey de Aragón Pedro II y del rey navarro Sancho VII, acompañado por sus famosos 200 caballeros. El otro bando estaba encabezado por el emir almohade al- Nasir, conocido en las crónicas cristianas como Miramamolín, emperador almohade de Marruecos.
Para entender los precedentes de esta batalla, hay que remontarse al año 1195. En esa fecha, las tropas marroquíes liderados por el emir al-Nasir invaden la Península, para ayudar a sus hermanos almohades de Al-Ándalus, en franca retirada ante el empuje cristiano. En la localidad de Alarcos, Ciudad Real, los musulmanes infringen una aplastante derrota a las tropas castellanas lideradas por el mismo rey, Alfonso VIII. Esta batalla dejó muy maltrechas a las huestes castellanas, que se replegaron a Toledo para resistir una acometida magrebí, que nunca llego a producirse.
Pasados 17 años, el ejército cristiano estaba listo para volver a luchar contra los musulmanes. Para asegurarse la victoria, el rey castellano Alfonso VIII, pide ayuda al Papa Inocencio III, para que convocara una Cruzada contra el infiel peninsular. A la llamada respondieron numerosos cruzados centroeuropeos. También el rey de Aragón acude a la llamada, recibiendo ayuda económica castellana para preparar a su ejército. El rey de Navarra acude a regañadientes, obligado por el Papa, que le había amenazado con la excomunión. Los reyes de Portugal y de León se quedan al margen de la cruzada por su enemistad con el rey de Castilla.
Como pretexto para comenzar las hostilidades, el rey castellano rompe unilateralmente las treguas con los musulmanes, avanzando por la actual Castilla la Mancha. Se recuperan las antiguas posesiones perdidas en 1195, como Salvatierra o Alarcos. Su avance se detiene a las puertas de Sierra Morena, en la localidad serrana de Miranda del Rey, donde se monta el campamento cristiano. Frente a ellos, en el municipio de Santa Elena, los musulmanes construyen su palenque. La batalla se librará en Las Navas de Tolosa.
El terreno beneficiaba a los musulmanes, ya que se encontraban en altura, y los cristianos tenían que superar una pendiente para acometer a los almohades. El primer avance cristiano fue un completo desastre, la primera línea, formada por las milicias de las ciudades castellanas, como Ávila o Segovia, son detenidas por las fuerzas musulmanas. En los flancos la situación era muy parecida, empanzando a retroceder toda la primera línea cristiana.

En ese momento se produjo un hecho decisivo en la batalla, la caballería árabe sale en persecución de la deshecha primera línea castellana, rompiendo su formación por el centro. Entonces las principales fuerzas cristinas, compuestas por los caballeros cruzados y por los principales nobles cristianos se lanzaron sobre el vacio que había dejado en las líneas árabes la salida de su caballería. El ejército almohade quedó totalmente dividido en el centro.
En este momento se produce la conocida escena del asalto al palenque árabe, donde se encontraba la tienda del emir al-Nasir, protegida por varias líneas de hombres encadenados, para evitar su fuga. De aquí viene la imagen de las cadenas que acompañan al escudo navarro, ya que su rey fue el primero en atravesar esta línea, según la leyenda. Ante este ataque el emir almohade huye apresuradamente, finalizando la batalla.
La consecuencia directa del enfrentamiento fue la supremacía castellana en la Península. En los próximos 50 años el reino de Castilla, con Fernando III el Santo a la cabeza, conquistará Córdoba, Murcia, Jaén y Sevilla. Su hijo Alfonso X el Sabio conquistará Cádiz y Niebla. Otra consecuencia será la fundación del reino nazarí de Granada, que resistió el avance cristiano haciéndose vasallo del rey de Castilla. Por otro lado, en estos mismos años, el rey aragonés Jaime I el Conquistador, sucesor de Pedro II, se verá también beneficiado del retroceso árabe, conquistando las islas Baleares y Valencia.