En el mundo musulmán, durante la Edad Media, se acuñaban tres tipos de monedas: una de oro llamada dinar, otra de plata llamada dirham, y otra de cobre llamada fals. Pero cada mandatario podía fijar el peso de la moneda y la calidad del metal según su conveniencia, por lo que resultaba difícil comparar el valor de las monedas musulmanas de diferentes territorios.
Como en los mercados de Al Ándalus era frecuente encontrar mercaderes de diferentes partes del mundo musulmán, uno de los principales personajes del mercado, era el “sayrafi” o cambista. Su trabajo no se limitaba a cambiar monedas, sino que también se ocupaba de determinar el valor exacto de una moneda, especialmente de las monedas extranjeras. Para determinar su valor, el sayrafi pesaba las monedas, lo que era una labor delicada y tediosa. Por esa razón, era bastante corriente comprar y vender monedas en bolsas selladas por un funcionario de la administración o por un comerciante local con el peso exacto indicado en el exterior.
Los almorávides, que gobernaban en Al Ándalus, controlaban las minas de oro de Sudán, por lo que pudieron acuñar dinares de gran calidad que eran muy apreciados en todos los grandes mercados de la Cuenca Mediterránea. Tal fue su éxito, que el reino de Castilla imitó estas monedas creando el maravedí.