Si has visitado Córdoba, tal vez alguien te haya comentado que en nuestra provincia nació en el siglo XII un prestigioso oculista llamado Mohammad Al-Gafequi, que dio nombre a las gafas. Lo cierto es que esto es una leyenda que se ha fundamentado en la historia reciente de la ciudad, debido al parecido del apellido del ilustre médico, Gafequi, con la palabra española “gafa” y a la profesión del personaje. Pero la realidad es bien distinta.
Al-Gafequi, que nació en una fecha indeterminada en un pueblo de Córdoba llamado Belálcazar (El bello Alcázar), estudió en Córdoba y en Bagdad medicina y especializándose en oftalmología a su regreso escribió un tratado donde recopiló todos los conocimientos adquiridos y que se conserva en el Monastario de El Escorial. El tratado “Guía de Oftalmología”, lo escribió para traspasar a su hijo Ahmed, su legado e investigaciones y se compuso de seis secciones que hoy día siguen siendo una fuente histórica para los estudiosos en esta materia.
Al-Gafequi fue famoso por su destreza en operar cataratas y aportó nuevas ideas sobre la fisonomía del ojo y la instrumentación quirúrgica para la cirugía ocular, revisando y discutiendo aspectos que ya asentó unos años antes otro célebre cirujano ocular de Medina Azhara, Albucasis.
Pero a pesar de todo lo dicho y de la importancia de Al-Gafequi, él no tiene nada que ver con la palabra “gafa”.
El origen de la palabra es árabe, gafo, que significa curvo o curvado y alude a la forma que tenían las primitivas patillas o varillas que agarraban las lentes a la oreja. De hecho, se sabe que las primeras lentes a las que se hacen referencia en el siglo XIII tenían una montura muy tosca y se dejaban caer sobre la nariz, por lo que la aparición de las varillas curvas, fueron al menos un par de siglos o tres después de la muerte de Al-Gafequi.
Esa es la procedencia real de la palabra gafas e incluso, tiene la misma raiz que el verbo “gafar”, coger algo con un instrumento curvo o transmitir mala suerte, o la palabra “gafe”, que usamos para referirnos a personas con mala suerte, algo torpes o que dejan caer las cosas una y otra vez. Y la explicación es que en árabe se denominaba “gafes” a los que padecían lepra, porque sus extremidades se atrofiaban hasta tal punto que se curvaban o incluso perdían los dedos. Su movilidad y destreza eran muy reducidas y esta denominación quedó, como tantas otras palabras de origen árabe, en el castellano actual.
Por eso, cuando oigáis a alguien contar que Al-Gafequi fue el que dio el nombre en español a las gafas, podéis estar seguros de escuchar una de esas leyendas urbanas que a veces se generan entre la gente.
texto extraído http://www.artencordoba.com/blog/la-leyenda-de-las-gafas/
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