
Recordemos, a modo de síntesis, que desde 1609 fueron deportados a Berberia (el norte de África) más de cien mil valencianos de origen musulmán por voluntad de Felipe III, el duque de Lerma y personajes tan importantes para el reino de Valencia cono Joan de Ribera. No hubo piedad y, desde varios puertos valencianos (las pinturas de Pere Oromig, Francesc Peralta y Vicent Mestre son prueba fehaciente), se los embarcó sólo con las pertenencias que pudieran llevar encima. Solamente se permitió quedarse a los niños con la peregrina excusa de poder ser educados conforme las prescripciones de la Iglesia católica.
La controvertida idea de la feliz convivencia entre las tres culturas (cristiana, judía y musulmana) voló definitivamente por los aires después de años de conversiones forzosas y sanguinarios pogromos, acciones que ya habían desembocado en la expulsión de la población hebrea por los Reyes Católicos en 1492.